Sala Apolo, Barcelona, 8 de septiembre de 2016
La última vez que lo vi fue aquí mismo, en el backstage de La [2] de Apolo de Barcelona, en otro pitote de La Castanya Records. Yo estaba con los Aliment. Entré en los últimos compases de Chain & The Gang. Esa noche no hablé con él. Nada más acabar su función, entraron al backstage y salimos todos para dejarles su momento y espacio. Es una norma no escrita: cada grupo que sale del escenario merece su espacio.
Al acabar las pruebas de sonido de hoy, me asomo de nuevo al backstage de La [2] y ahí está otra vez. Se presenta. A los pocos segundos, Joan le dice que soy yo quien le hará la entrevista. Me pide tiempo para terminar de zamparse esos bocados que le quedan. Mientras espero, empieza la conversación: “Hay muchos turistas en Barcelona. ¿Es así todo el año o solo en verano?”. Tema candente y de moda. Quizá él, que se está hospedando unos días en casa de Joan, en el mismo barrio donde vivo yo, ha leído la carta del Ayuntamiento que hemos recibido todos los vecinos esta semana donde se pone a nuestro alcance un teléfono y una dirección web para poder señalar pisos turísticos ilegales. Desde el Ayuntamiento piden cooperación ciudadana. O quizá haya visto las pintadas de “Tourists go home” que hay por toda Barcelona, y ha supuesto que no solo hay muchos turistas, sino que es un tema que nos preocupa.
Sea como sea, saca un tema de esta ciudad en la que está. Saca un tema de nuestro entorno y no del suyo. O de un territorio común como la música. Él escucha y opina.
Él es Ian Svenonius, cantante en activo desde el 88. Por aquel entonces ya definió a su primer grupo, Nation of Ulysses (1988-1992), como un “partido político”, “es básicamente un nuevo país undergrournd para una colonia de jóvenes sin posesiones. Trata de derruir el viejo edificio, el monolito del Rock’n’Roll” afirmó Svenonius en una entrevista de 1993.
El entrevistador de entonces, años antes que existiera ISIS, preguntó a este mismo Ian: “¿Qué papel juega la música en vuestra Jihad?”. Le respondió que “es un camuflaje para albergar el movimiento, para revolucionar la liberación de las constantes de apaciguamiento diarias, básicamente permitir que cualquiera pueda moverse hacia donde quiera y para aupar el espíritu encima de un pedestal, para destrozar la cultura paterna”.(Mumblage #1, January 1993).
En Wikipedia lo tildan de anti-autoritario, de usar la retórica política marxista, y es que es y ha sido una de las figuras claves de la música venida de Washington. Nation of Ulysses publicaron en Dischord y su batería, Kevin Canty, era el hermano del de Fugazi, Brendan Canty. Intento no situar a Ian en el post-hardcore, porque tras Nation Of Ulysses, se embarcó en proyectos de “Gospel Yeh-Yeh” con más gemidos y gritos que palabras, como The Make Up (1995-2001) o Chain & The Gang (2009-presente).
Chain & The Gang, su actual grupo, fue definido por Svenonius de la siguiente manera: “si me preguntas sobre ello desde una perspectiva de fan diría ‘vigila, podría dañar tus sentimientos’ o ‘ten cuidado… no se sabes qué puede pasar si te lo enchufas al oído’ ¿Por qué? Porque Chain & The Gang no es para todo el mundo. No está diseñado para víctimas de Ikea que dependen de robots para que elijan su hilo musical de ascensor, pero también puede llegar a ser adictivo y tiene algunos efectos secundarios preocupantes” (de la hoja promocional de Dischord).
Ian, además de música ha escrito libros como su “biblia” The Psychic Soviet (Drag City Press, 2006), o el traducido al español por Blackie Books, Supernatural Strategies for Making a Rock’n’Roll Group (Blackie Books, 2014). También ha protagonizado entrevistas para televisión en el programa Soft Focus.
Ian es chistoso, muy creyente de lo suyo y le gusta vestir bien. Un personaje de los de aupa. Un personaje rozando lo cómico, pero a voluntad y con convicción. Tiene el mejor peinado de toda la costa este y tras tantas décadas batallando en el undeground (sic), todavía piensa, se sorprende y tiene ganas de proyectos incontrolables.
En el escenario, a menudo parece un predicador. Parece que todo su interés recaiga sobre la palabra, sea cantada, recitada, preguntada o escrita.
Si le preguntas qué le falta por hacer después de discos y discos, libros e incluso un programa de tv contesta “supongo que hacer una película. Estoy interesado en el cine. Quiero decir, todo es comunicación, por lo que hago música o escribo. Hacer una película o hacer un talk show, también son modos de comunicación. Los hay de diferentes. El enfoque de cada uno tiene que ser distintivo, específico”.
Ian es un comunicador, estrambótico, peculiar, pero comunicador de ideas y formas. En el escenario, a menudo parece un predicador. Parece que todo su interés recaiga sobre la palabra, sea cantada, recitada, preguntada o escrita. “Sí, pero honestamente lo que amo es el rock and roll en directo. Probablemente sea mi cosa favorita. Si pienso en con qué disfruto más, la música es lo que más me gusta y hacerla, eso es lo más divertido. Pero cada uno de ellos [de los lenguajes] es muy diferente, porque en un concierto de rock todo va a ser más emocional. La idea es que tiene que ser más emocional o visceral. En un ensayo literario puedes escribir diferentes tipos de situaciones. En una película puedes presentar una parábola, una construcción, una situación. Cada uno comunica diferentes cosas por lo que cada una tiene sus ventajas y limitaciones”.
En concierto afirma que le gusta “integrar la palabra y el sonido, y no quedarse en hacer ese tipo de canciones formales. Admiro el gospel, la manera de integrar música y palabras. Eso es comunicación. Además involucra a la gente. Eso es lo que intento lograr”.
Porque quiere decir algo. Su posicionamiento político está claro des de los ’80, aunque reconoce que esta actitud “en el contexto moderno es un poco inusual”. Y más, si tenemos en cuenta que esto se publica por alguien y que se tocará en conciertos patrocinados, etc. Ese posicionamiento ha sido absorto por la industria musical, tanto él como lo que hace. No finge ni disimula su vinculación: “Me parece que es inevitable. Lo que empezó como una escena, como un tipo de escena social, un tipo de red de trabajo, se ha transformado irremediablemente en una industria. Está creciendo como una industria ahora mismo. Las reglas han cambiado. Han cambiado muchas veces desde que me involucré. Así que sí, es una industria, es un negocio”.
Habla de Gospel, de Estrategias Sobrenaturales, en el escenario parece un predicador, todo muy etéreo y divino, “Sí. Creo que la ciencia está sobrevalorada. Quiero decir, tenemos que creer en nuestra música. Tenemos que creer en algo místico. Supernatural Strategies y mi otro libro son los únicos libros que de verdad toman el rock and roll y lo ponen en un contexto histórico. Los demás libros de rock and roll escritos por otros autores son triunfalísticos o pedantes, pero en mi libro intento entender qué es el rock and roll en un contexto, su manera es coger personages históricos que están muertos. Así ya no tienen esa desagradable ambición humana. Entonces nos dan una perspectiva científica. Esa es la ironía: los fantasmas no nos pueden dar… Es como diarrea del Che Guevara: datos científicos. Así que nos hablan del contexto y del uso político de la música y otros temas. Es por esto que usamos lo espiritual: para engañar a la ciencia”.
Ian parece curioso con nuestros anarquistas de punta en blanco. Sé que se ve más como los negros de Queens o el Bronx de los 60s y 70s o los gangsters, pero el hecho de que a este lado del Atlántico hubiera en los 30s unos obreros anarquistas que paseaban por Barcelona con corbata y donde incluso algunos renegaban de las drogas y el libertinage porque suponían un control sobre el cuerpo (adicciones), como una especie de proto straight edeges, le intriga.
Una de las cosas que más me asombra de él es su uso del humor. Como en esta última respuesta donde defiende los hechos científicos, a la vez que dice que la ciencia está sobrevalorada. Afirma que hay que creer en algo, en la música, en algo místico, para confirmar que usa lo espiritual para engañar a la ciencia. Todo para un uso, todo con humor, acidez y estilo. Mucho estilo. Y lo dice sin que se le mueva un pelo de ese su mejor peinado de la costa este, sin mancharse su americana de rayas y con los dejes de esas manos de encantador de serpientes. No puedo no pensar en los anarquistas pre-guerra. Los de Buenaventura. Los que se paseaban por Barcelona con corbata o pajarita y los zapatos lustrados. Ian parece curioso con nuestros anarquistas de punta en blanco. Sé que se ve más como los negros de Queens o el Bronx de los 60s y 70s o los gangsters, pero el hecho de que a este lado del Atlántico hubiera en los 30s unos obreros anarquistas que paseaban por las ramblas de Barcelona con corbata, el mentón alto, con una pistola en el bolsillo y donde incluso algunos renegaban del alcohol, el tabaco, las drogas y el libertinage porque suponían un control sobre el cuerpo (adicciones) y por mermar las facultades intelectuales necesarias para no dejarse engañar por el mal, como una especie de proto straight edges, le intriga.
Los anarquistas Helios Gomez a la izquierda y Ascaso, Durruti y Jover a la derecha.
No puedo evitar preguntarle qué pretende provocar en el público con tanto humor, vestimentas y interpelaciones: “muchas veces cuando veo el indie rock o el punk rock de ahora, veo que muy poco está pasando. Son experiencias llanas. A menudo me pregunto por qué la gente se interesa en ello, porque veo esos grupos y no son muy gratificantes. El ingrediente secreto es la personalidad, el estilo, y un poco de compromiso. A veces viajas muy lejos para hacer un concierto, tienes que hacer que valga la pena.”
Podría parecer que Svenonius es uno de esos engreídos que tanto abundan en Twitter, uno de esos que encima del escenario, delante de un micro, se crecen y enseguida se cachondean de cuanto pueden, para que les rían las gracias. Uno de esos, que con disimulo, se ríen un poquito de ellos mismos y adoptan un posado de payasete para desarticular cualquier ofensiva hacia ellos. Un posmoderno. “No. Soy de la época moderna, un modernista. Según mi entendimiento, el modernismo es la ideología y el posmodernismo es la forma sin contenido. Por lo que soy un moderno.”
“El ingrediente secreto es la personalidad, el estilo, y un poco de compromiso. A veces viajas muy lejos para hacer un concierto, tienes que hacer que valga la pena.”
El tipo de posmoderno descrito, es ese que no tiene ningún ídolo conocido. Solo venera cosas muy raras o que son muy minoritarias. En cuanto se convierten en masivas reniega de ellas. Ellos son especiales y sus gustos también. Así que le pregunto a Ian si es fan de algo o alguien. Le tiendo una trampa. “Claro. Soy un gran fan de la música, el arte y escribir. Soy un gran fan de Fidel Castro. Me gusta Al Green… No sé, hay numerosos inspiradores, grandes artistas, incluso líderes políticos. Ya sabes: la gente es humana así que no puedes esperar que sean completamente consistentes. Si alguien puede hacer un solo gesto ya es heroico”. Definitivamente, esta no es la respuesta que yo esperaría de alguien pretencioso, pedante y quisquilloso.
“La modernidad es diferente, porque invirtió en diseño, arte, música y cosas por el estilo con bases políticas. Tú puedes ser un pintor y devenir en un líder político. Como con la Bauhaus, el cubismo, el futurismo o el movimiento dadá… Había movimientos artísticos o de diseño cargados políticamente que apuntaban a otra manera de vivir, ya sabes, ideológicamente. El posmodernismo, en cambio, es una especie de borrado del sentido sobre la forma. Como Prada. Por ejemplo, Prada podría tomar un uniforme soviético y volverlo en algo de pasarela de moda. Esto es un tipo de posmodernismo.”
Por eso tengo tanto interés en el humor. Como se bromea y con qué uso. “Sí. Eso es lo que quiero decir. ¿Sabes? Uno no debe ser mezquino con la música o el arte. El arte debe ser siempre exaltado. Soy un gran fan del rock and roll, que es esencialmente nobleza. Creo que es parte de la razón por la que estamos en esta cosa llamada música. Cuando el rock and roll surgió era esencialmente música noble”. Conozco poca nobleza con humor. Y menos con humor que no sea posmoderno. En el rock and roll noble no podría haber humor, supongo. “No. Había un montón de bromas. ¡Casi toda la música es un chiste! Se hacen coñas muy divertidas, pero a la vez, simultáneamente, está esa música folk… Pues si el rock and roll es una manera de comercializar esta forma de nobleza para el divertimento de la gente, y entonces, al mismo tiempo tienes la música folk que es muy seria. La idea era extraer el arte de los trabajadores… fue como un albergar el programa social realista de Stalin. Entonces: tú coges el arte de la gente pobre, la historia de la libertad, ya sabes, sus canciones de libertad, y los conviertes en tus canciones. Y todo con gran reverencia y santidad. Pero, quizá ni siquiera estuviste allí.
“Cuando eres parte de a lo que has dedicado tu vida y ves las tendencias indies, sus festivales y todo eso, volviéndose una mierda de negocio, donde todo el mundo solo habla de management y de gestión, es un poco deprimente. Y tienes que reaccionar frente a eso. Es importante intentar cambiarlo. Crear algo que te guste. Ya sabes, nosotros no queremos estar involucrados en cosas que odiamos.”
Esencialmente, el rock and roll se comió a la música folk. Y toda la gente que estuvo involucrada en el folk se volvió rockera. Como todos esos que hicieron rock and roll en los 60, antes fueron folkies. Ya sabes: The Byrds, The Mamas & The Papas, y todos esos. Entonces mejora la autenticidad, el sentido y la idea de venderse bien y ser fiel a un ideario. Fueron imprimiendo esas ideas en la música, en el rock and roll, que en esencia era bubblegum, pornográfico y chistoso… Básicamente era música chistosa. Y diciendo que era música chistosa no quiero degradarla. Quiero decir que era filtradora. Que purgó mucho.
Por eso pienso que hay una contradicción en la cultura moderna, porque estas dos formas, de manera guiada, se convirtieron en una. Le damos muchas vueltas a eso. Es difícil reconciliar lo que la música debería ser. Debería ser jodida cinestesia. Y por eso estoy muy abierto a la idea de que la música sea ridícula. Algunas de mis bandas favoritas hacen música absurda.”
Todas las bromas del mundo, pero con seriedad. “Obviamente. Lo que hacemos es nuestra vida, algo en lo que creemos cuando constituimos lo que es el rock and roll. Cuando eres parte de a lo que has dedicado tu vida y ves las tendencias indies, sus festivales y todo eso, volviéndose una mierda de negocio, donde todo el mundo solo habla de management y de gestión, es un poco deprimente. Y tienes que reaccionar frente a eso. Es importante intentar cambiarlo. Crear algo que te guste. Ya sabes, nosotros no queremos estar involucrados en cosas que odiamos, que a menudo es el caso.
Y esta es la cosa. Porque el punk…
El punk es un montón de cosas estúpidas. El Punk es un poco como auto-gustarse, pero es genial porque salvó la música de ser completamente algo como…, piensa en los deportes profesionales: la gente que ve deportes profesionales nunca practica deporte, ellos no son parte del deporte porque los deportes son cosas para super hombres. Ellos quisieron que la música fuera igual. Pero el punk detuvo a la música de ser así. El punk creó un modelo inclusivo, y es importante que continuemos ese modelo inclusivo. No solo lo hace el punk, obviamente, el rock and roll también es inclusivo, pero ¿sabes a qué me refiero? Hubo muchos años en que Pink Floyd o cualquier otro fueron eso. La gente solo miraba [no era parte de].
“La música folk fue también muy inclusiva, pero solo el rock and roll es para todo el mundo.”
Todas las otras formas de arte, como el cine… Nadie puede hacer cine. Incluso si logras hacer una película con tu móvil, es muy difícil tener distribución, poder proyectarla, incluso habiendo gente que quiera verla. Porque la estética del cine es lo importante. La música pudo haber sido muy similar, pero fuimos punks y convencimos a todo el mundo de escuchar esta mierda amateur, así que ahora todo el mundo está acostumbrado a escuchar esta mierda y son muy receptivos. Fácilmente podía haber ido por otro camino donde solo se cantara hermosamente.”
Tenemos que parar, ir al baño. El concierto de The Zephir Bones va a comenzar. Ya están azotando los instrumentos. Cada vez hablamos más cerca para oírnos. Antes de que lo penséis: no, no es el alcohol, es la emoción de contarle algo que te importa por primera vez a alguien.
Vuelve Ian. “¿Dónde estábamos?”. En algo sobre el posmodernismo, o así. “En el humor” me dice, “el humor es bueno. Toda la verdad está en el humor”.
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Fotografía de portada: Ian Svenonius posando en La [2] de Apolo, capturado por la pluma y la lente de Lluís Huedo.
Lluís Huedo (Girona 1982)
Ser humano en construcción y padre de familia. Se le atribuyen diferentes profesiones a pesar que no se reconoce en ninguna de ellas. Se declara superviviente del día a día, pero en realidad no le queda otra opción. A veces hace cosas. Cuando cita las influencias de su vida le gusta agradarse y nombra a Dan Graham, Asier Mendizabal, Cassavetes y a la Atzavara Club, aun no conociendo la mitad de lo que han hecho.