Attak: Panko -BCBlog
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Attak: Panko

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Raíces

Antes de descubrir el punk mi venada era el skate. Yo prácticaba skate profesionalmente a finales de los ‘70, cuando aquí justo estaba empezando y casi no llegaban skates de los Estados Unidos y te los tenías que fabricar tú. Era un rollo más rústico, tenías que trabajar la madera, y también teníamos relación con las primeras marcas. Cuando nos reuníamos con otros skaters que venían de Francia u otros países siempre traían música y escuchabas cosas nuevas. Fue así como escuché por primera vez a los Pistols, los Clash, etcétera. Hasta entonces sólo habíamos escuchado cosas como AC/DC, Lou Reed… Más tarde empezaron a entrar cosas como UK Subs, Damned… Y así llegamos hasta principios de los ‘80, cuando empecé a tocar la batería.

Por aquel entonces yo trabajaba en Las Ramblas haciendo chapas. Que no se mal interprete: trabajaba debajo de Radio Ciutat de Barcelona, en Las Ramblas, en la mítica tienda de camisetas y chapas. Recuerdo que cobraba 50 céntimos por cada chapa. Tenían una especie de piso en la parte de arriba y para hacer 500 chapas te pegabas allí una tarde entera. Además recuerdo que llegaban los encargos de los otros punks de Barcelona, a quien yo no conocía. Traían sus chapas para hacer y eso me hacía descubrir bandas que no conocía e incluso, a veces, coincidía con ellos cuando venían a recogerlas. Yo trabajaba para la tienda. Hacía chapas del Naranjito, de la boda de Lady Di con el príncipe Carlos, de Los Pecos, de Julio Iglesias. Chapas de esas grandotas. La gente traía fotos recortadas del Popular 1 o de cualquier otra revista para hacerse sus chapas personalizadas.

Un día le propuse a mi jefe que me dejara ir a Londres a comprar chapas y me diera un pequeño presupuesto para el viaje. Con la pasta que me había dado este hombre y la que había ahorrado me largué a Londres en 1980 en busca del punk.

Un día le propuse a mi jefe que me dejara ir a Londres a comprar chapas y me diera un pequeño presupuesto para el viaje. A mis padres les conté que iba con unos amigos de vacaciones, cuando en realidad me largué solo. Y con la pasta que me había dado este hombre y la que había ahorrado me largué a Londres en 1980 en busca del punk.

Volví con algunos discos bajo el brazo: Discharge, Dead Kennedys, Killing Joke… Pero lo que realmente me marcó fue Crass, Subhumans y toda esa vertiente más anarquista que planteaba un cambio de filosofía, que quería cambiar el mundo. Por aquella época normalmente nos solíamos encontrar en el Zurich, pero no en el bar, ya que no nos dejaban entrar; teníamos que estar en el estanco de al lado, tirados en las escaleras. Más tarde trasladamos nuestro campamento base al Texas, lo que es ahora el Sidecar.

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Último Resorte – Attak

Yo tenía un grupo con gente del instituto, Soplamocos, con el que simplemente hacíamos versiones. Hasta que un día, no sé por qué, fui a parar al local de ensayo de los Resorte en L’Hospitalet. Ahí ensayaban Los Burros, Último Resorte, Zoquillos y otras bandas. Yo tenía 16 o 17 años y me pasaba a ver los ensayos. Coincidió justo que Jordi, el batería de los Resorte, se largó a la mili y empecé a tocar con ellos. Para mí fue un cambio total pasar de estar ensayando con unos amiguetes del instituto a tocar con los Resorte, que era el único grupo de punk que existía en ese momento en Barcelona y que ya tenía una reputación.

Con los Resorte hice bastantes bolos, pero un día antes de una actuación en el Magic surgió Attak. Montamos mi batería en el local con el Dimony y con unos amplis de Manel y me comentaron que también iba a venir Marc Garcia, que acababa de volver de la mili. De repente, en dos o tres ensayos, había nacido el hardcore en un local de ensayo de L’Hospitalet. Hardcore era tocar a toda hostia y, sobre todo, berrear. Los Resorte fliparon bastante y les pedí si podíamos tocar algún tema en el concierto del Magic, así que acabamos tocando con ellos. Recuerdo que vino todo el punk de Barcelona al concierto y que en medio de la actuación tocamos unos cuantos temas. Salimos con toda la adrenalina, berreando, castaña pura y a toda hostia, y la gente flipó. Se quedaron como locos y empezaron a gritar “¡Attak, Attak!”.

No hacíamos entrevistas, pero salíamos en todos los fanzines y nos declarábamos anarquistas y antisistema.

Al día siguiente la gente seguía “¡Attak, Attak…!”. Los Resorte se lo tomaron un poco mal. Normal… Yo me sentía fatal, pero era lo que había, y eso fue mi fin con Resorte. A partir de ahí me centré en Attak y empezamos a hacer bolos. Cantábamos en inglés y en castellano. Teníamos el récord de local cerrado por concierto. Local donde tocábamos, local que se cerraba. Cerraron el Magic porque se lió la pajarraca. Aunque decíamos mensajes tanto en inglés como en castellano, la gente llegaba allí y destrozaba el local. Se peleaban entre ellos. Era un desparrame, entre las drogas y la locura de juventud, lo cual se traducía en local cerrado. No hacíamos entrevistas, pero salíamos en todos los fanzines (“Los Attak cierran locales”) y nos declarábamos anarquistas y antisistema. No queríamos salir en las revistas; por eso no llegamos a grabar nada y la aventura duró sólo un año, hasta que yo me fui a Holanda con la intención de cambiar de vida.

Aunque nosotros pensábamos que no habíamos hecho nada, para la gente fue como su leitmotiv; fuimos una influencia para otros que venían detrás y para bandas que se formaron en ese momento.

Recuerdo que un día en uno de los conciertos que dimos en los locales de L’Hospitalet vino la policía. Estaban fuera esperándonos y se oye por el micro al dueño de los locales (creo que se llamaba Manolo) diciendo: “¡Ellos no pueden entrar, nosotros no podemos salir! ¡Tranquilos, que no nos harán nada!”. Finalmente entraron e hicieron un registro. La gente, tirando todas las drogas que llevaba encima por todos lados…

Musicalmente era muy rápido, mucha castaña, muy energético, como el hardcore. Duramos un año, y no creo que hiciéramos más de diez conciertos. Fue como una pastilla efervescente. Aunque nosotros pensábamos que no habíamos hecho nada, para la gente fue como su leitmotiv; fuimos una influencia para otros que venían detrás y para bandas que se formaron en ese momento. Creo que marcamos un poco la transición del punk al hardcore, no sólo a nivel de velocidad, sino con más mensaje en las letras. Con la entrada de bandas más políticas como las anarquistas inglesas y algunas como Dead Kennedys o MDC cambió bastante el mensaje: “No te drogues. Haz con tu vida lo quieras, pero sé más consciente para poder atacar al sistema”.

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Drogas

De mis colegas de esa época quedará un 20% o un 15%. Las drogas hicieron muchos estragos esos días. Antes de que entrara la heroína teníamos las drogas de farmacia: barbitúricos y anfetaminas. La gente falsificaba recetas. Así es como conocí al Dimony, vendiéndome pastillas en la plaza Villa de Madrid.

Luego, cuando ya no daban pie en las farmacias, fue cuando llegó la heroína. Y entre eso y Sid Vicious, la gente empezó a consumir heroína sin conciencia ni de los efectos ni del SIDA. Y sin información alguna. La única información era “¡Hostia, este se ha muerto! Eso no debe molar…” o “¡Hostia, este se ha quedado pilladísimo!”, o lo probabas y te enganchaba. La heroína era menos punk de concepto que la anfetamina, que era velocidad pura, pero la gente se enganchaba porque realmente era adictiva. Yo no creo que la heroína destruyera totalmente al punk, porque actualmente en el mundo, tal como está, una actitud punk sique estando vigente. Pero sí que hizo mucho daño, como lo hizo a otros movimientos que también tenían cosas interesantes que decir como el movimiento hippy.

El punk era un poco autodestructivo y no tenía una meta. Era un intento de cambiar el mundo, pero no se cambió; ni se acabó quemando todo o cambiando toda la ciudad

El punk era un poco autodestructivo y no tenía una meta. Era un intento de cambiar el mundo, pero no se cambió; ni se acabó quemando todo o cambiando toda la ciudad. La mayoría hemos acabado cambiando nosotros, como he cambiado yo y como han cambiado otros. Muchas ideas aún se mantienen y lo que no le quito de positivo es la energía que había. Aunque no tocaras muy bien, le metías castaña y venga, palante. Esa energía es válida para empezar a tocar. Lástima que luego en los ’90 se convirtiese un poco en pavos pijos tocando que no dicen nada, cuando en realidad tendrían muchas cosas que decir, y en mejor momento imposible. Era lo que nosotros en aquella época llamábamos punk de escaparate. Así le llamábamos sobre todo a las cosas que nos llegaban de Madrid. Aunque en Barcelona la relación entre la peña fuese más dura, el movimiento era más social, más radical, más antisistema. En Madrid era todo más de escaparate.

La relación entre los punks en esa época era muy dura. Éramos colegas, pero no te podías fiar de nadie, porque había mucha mezcla de lo que era punk y lo que era delincuencia juvenil. Y todo asociado al consumo de drogas. No había nada establecido sobre lo que era punk. El que más punk era, igual era el que más bestia era, el que pegaba más palos o el que era capaz de hacer más el gilipollas.

 
Fotografía de portada: Alicia y el Punky fundidos en un beso. (Archivo Alicia)
Extraído de Harto de todo: Historia oral del punk en la ciudad de Barcelona 1979-1987 de VV. AA. (BCore, 2011)


Habla Francisco Gabás (Panko), nacido en 1963 en Barrio de Ciutat Vella (Barcelona).

Attak fueron anfetamina pura, una patada en la boca, el primer embrión de lo que posteriormente se denominaría bajo el nombre de hardcore. Fueron los primeros en importar el sonido crudo de bandas como Discharge o Disorder, donde la urgencia era el plato principal, e infundirle un carácter propio.

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