occitano, a reivindicar desde ya mismo, dado que no ha recibido la atención que merece— es una jodida maravilla, su radical proyecto prácticamente en solitario Vlack es una bomba de relojería que es mejor tener convenientemente localizada, por lo que pueda pasar. Si There Is No Death era pura catarsis, con el espíritu y el alma de su desaparecido hermano David sobrevolando todas y cada una de las oscuras notas del disco, The Way of the Cross golpea todavía más duro. No porque su punk–high energy haya aumentado en agresividad, sí porque el armazón es más compacto, las composiciones más ricas en matices dentro de su crudeza. El disco duele, Marc sigue ocupándose de todo menos de las baterías, que cede a Narcís Prat, y aunque hay escasas rendijas por donde entra algo de claridad («Sore»), predomina el grito a escasos centímetros del rostro del oyente, una apisonadora hardcore que anonada pero crea adicción («A Cross», «To Drift»). Otros pasajes («Guillaume», «Magma Rain») más extremos, solo son recomendables para estómagos curtidos. No se pierdan el disco, intenten pillarle en vivo con formación completa, la cosa promete… (Ruta 66)
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