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Borreroak Baditu Milaka Aurpegi

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Description

Probablemente no es tan exagerado pensar en éste, el tercer disco de Negu Gorriak, como algo parecido a los experimentos realizados por The Clash fuera ya del estricto marco del punk, apuntado a varias direcciones musicales diferentes. Los vascos también se acogieron a la fórmula de vinilo doble como los ingleses en el “London Calling” (CBS, 1979) – que, sin embargo se fueron a tres cuando se trató del “Sandinista” (CBD, 1982)-. Es verdad que probablemente la variedad estilística desplegada en un mismo disco fuera mayor en el caso de los últimos, pero en este “Borreroak Baditu Milaka Aurpegi” (“El Verdugo Tiene Mil Caras”) hay argumentos suficientes para hablar, sino de una mayor amplitud de miras musicales con respecto al principio, sí cierta evolución con respecto al sonido desarrollado en los dos anteriores discos. Así se pueden encontrar trazas de metal, funk, ska, dub e incluso un guiño a su paso por Cuba, por señalar sólo algunos ingredientes diferentes a los de la receta original.
Es cierto pues que se alejan un tanto de la componente hip-hop como elemento principal. Ya habían manifestado por entonces sus reparos a que se les considerara simplemente como un grupo de rap. Lo suyo, decían, era algo mucho más ecléctico y multidisciplinar, y no les importaba señalar a Mano Negra o Living Colour como posibles referencias válidas. Claro, lo de terminar pareciéndose a estos últimos a cuenta de utilizar guitarras poderosas desde una base hip-hop era, ciertamente, un riesgo que se corría. Y efectivamente con “Bi doberman beltz” o “Bost gehiago” (sección de vientos incluida) se podría hablar de planteamientos en esa línea.
“Itxoiten” es una pequeña maravilla con la que cierran la primera cara del primero de los dos vinilos que componen el disco. Cantan a la que es la existencia de una mujer, desde pequeña hasta la que es su liberación, quedando abierta a la interpretación en qué consiste exactamente esta última. Intimista, en un tono radicalmente distinta al resto del álbum, Fermín la interpreta con idéntico mimo al que ponía en Kortatu cuando decía aquello de que llevaba tatuado, en su cabeza rapada, el nombre de la única mujer que había amado: su madre. Luego, eso sí, va creciendo en intensidad llegando a romper en una pequeña explosión controlada. Salvando las distancias, porque los tonos son bien diferentes, el tema comparte algo del posicionamiento de La Polla Records cuando cantaba en aquel disco de los animales, sobre la resignación de la vida diaria de un ama de casa.
Negu Gorriak utiliza en este caso material del repertorio de M-ak (“Pistolaren mintzoa”) y de Delirium Tremens (“Kaixo”). Por otro lado y siguiendo su costumbre de prestar atención al mundo de las letras vascas, recurriendo a bertzolaris, escritores y poetas, incluyen canciones con letra escrita por Mikel Antza, como ya hiciera Kortatu y Jon Sarasua para las canciones “Euskaldunok eta zientzia” y “Borrerroak baditu milaka aurpegi”, respectivamente. Precisamente el tema que da título al disco parece, a tenor de la cita incluida a modo de cita en el libreto anterior, extraído de un texto del escritor Bernado Atxaga.
Igualmente, se fijaron en J. A. Artza y Mikel Laboa para hacer versión de “Arrano beltza”, el águila real con el que se representa a Navarra, la que dicen haber perdido en manos del extranjero.
Son muchas las ocasiones en las que Negu Gorriak aprovecha sus letras para posicionarse con claridad en lo que respecta a la relación del País Vasco con el Estado Español. La ya mencionada “Euskaldunok eta zientzia” habla de comisarías y torturas; como “Hiltzeko era ugari” o “Sabel hiztunaren ordu ikaragarria”. En “Pistolaren mintzoa” plantean amargamente la derrota de las palabras, el lloro de todos los diccionarios cuando hay quienes plantean que ha llegado el momento de las pistolas.
Aparte de las tropicalidades obvias de “Cachito” (aparentemente resultado de una apuesta hecha con los cubanos de Van Van), el mismo corte que da título al disco tiene corazón de reggae-dub suave y atmosférico, con vientos que hacen pensar en Los Fabulosos Cadillacs. Para el caso de “Kolore bizia” sin embargo, uno podría retrotraerse al ska según lo practicaba Korroskada.
La previa con la que se llega a este último corte, “J.F.K.”, está muy bien. Ante la admiración generalizada que se muestra internacionalmente a los Kennedy, Negu Gorriak contrapone (además de la ya esperable opción del grupo de Jello Biafra y compañía) una larga lista de nombres propios de lucha y resistencia en el continente americano. La combinación intensa de maneras de rock (a lo Living Colour) y rap (a lo Def con Dos) termina deviniendo, de manera natural, a un ritmo contemplativo mezcla casi de dub y free jazz, antes de volcarse en el cuerpo de ska del tema siguiente al que se une casi sin solución de continuidad.
El contacto con muchos de estos grupos arriba mencionados que comparten similares parámetros principales de agitación socio-musical es, en realidad, un hecho palpable ya que Negu Gorriak ha extendido para entonces su red de acción en todas direcciones, coincidiendo con ellos sobre escenarios o proyectos conjuntos. Que lo de los vascos va en serio como célula multicultural es constatable en la misma elaboración del disco. La información contenida en el interior habla de distintas secciones o brigadas conformando la infraestructura (azpiegitura) para encargase de diferentes apartados: diseño, distribución, coordinación, relaciones internacionales, agitación, propaganda …
Precisamente las cuestiones de comunicación internacional estaban bien cuidadas, y de hecho, el disco se distribuiría por Francia, Bélgica y Canada (de mano de Bondage Records), por Italia (gracias a Gridalo Forte), Suiza y el resto de Europa (con Rec Rec), en México y California (con Rockn’ Roll Circus) e incluso Japón (con Quattro Label).
La portada consolida además de manera definitiva el logo de las dos hachas cruzadas como identificación de la banda (uno de los mejores símbolos posibles de contrapoder elaborado con herramientas de trabajo según le contó Fermín Muguruza a Víctor Lenore en entrevista en la revista Rock de Lux), restringiéndose al riguroso blanco y negro en la cuestión cromática. Por dentro, eso sí, acompañando a las letras de cada uno de los temas, acertados dibujos y viñetas.
El disco está plagado de numerosos interludios montados a base de ritmos y samplers a modo de piezas de puzzle, en los que te puedes encontrar por ejemplo a Antón Reixa a los mandos del micro y mucha contundencia hip hop. “Arrano beltza” es uno de los mejores finales posibles elaborado a partir de una base intrigante y amenazante.
Disco, en definitiva, elaborado con hechuras de trabajo de madurez, de obra completa, y como tal fue recibida por los medios en general en su momento. (La Fonoteca)

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