Una banda con gusto para la ruidera que se llame Serpent tendrá que acostumbrarse a que adjetiven sus canciones como escurridizas, venenosas, sigilosamente mortales o –por obvio que parezca- serpenteantes. Más allá del calificativo se debe buscar la verdad, y esa es que estos cuatro reptiles, llamados como la fiesta manlleuense por excelencia, van a sacar su disco de debut el próximo 22 de noviembre. Lluna roja (Bcore, La agonia de vivir, Pifia Records, Saltamarges i Navalla Discos, 2019) son 10 canciones que rehúsan los finales fáciles y felices. Punk obtuso y de libre interpretación que no pierde ni la urgencia ni la mala leche de las bandas relacionadas de sus miembros. Col·lapse, The Gundown, The Anti-patiks, Malestar Social o Appraise están ahí, pero de otra forma.
¿Qué diferencia este proyecto de los otros que tenéis o habéis tenido?
Sergi: Diría que es diferente en muchos sentidos. Quizás es el menos encorsetado y también el más particular desde su concepción. Es el menos encorsetado porque el abanico de influencias que podemos aplicar en la música es mayor que en otros grupos donde hemos estado o estamos. Y en cuanto a su concepción, Serpent es un proyecto que se ha convertido en grupo. Eric y yo estuvimos tanteando unos temas y al ver que iba adelante y que nos entendíamos, grabamos una demo de la forma más fácil posible. Nosotros mismos nos lo guisamos y nos lo comimos, grabando Eric las baterías y yo todas las otras pistas. Luego colgamos la demo en el bandcamp y empezó el reclutamiento. Dimos con Fran y con Marc, con quienes empezamos a dar algunos conciertos y construimos los temas del LP en conjunto, sin volver a grabar nada de la demo, fuimos adelante con algo nuevo que nos motivara a todos.
Eric: Tal como dice Sergi, hay diferencias en muchos aspectos. Desde la propia concepción del grupo hasta los matices estilísticos. Serpent es el proyecto de Sergi que se ha hecho grupo. Nos conocemos de hace mucho tiempo y ya éramos compañeros en Col·lapse, tras pasar muy buenos años la banda dejó de ser todo lo activa que merecía y decidimos dejarlo y, entre ensayos que al final se cancelaban durante el medio año en que estuvimos esperando el concierto de despedida, fuimos quedando para probar “lo nuevo”. Yo ya entré en una segunda fase, cuando me dijo que tenía unos temas y me los envió completamente instrumentados, incluso con las baterías hechas con una caja de ritmos. Solo faltaba la voz. Tenían mucho rollo ya de inicio, así que intenté ser bastante fiel a muchas de sus ideas y empezamos a ensayar. Después ya nos fuimos a grabar la demo, pero sin tener la más mínima idea (al menos yo) de cómo iba a quedar con voz, porque creo que Sergi no llegó a cantar nada hasta la grabación. Con la voz grabada ya vimos que el proyecto funcionaba, y tocaba dar el siguiente paso.
¿Cómo distéis con Fran y con Marc?
Eric: Sé que es algo habitual en el contexto de formar una banda, el tener que encontrar a alguien mediante un casting con un mensaje de “se busca guitarrista” en redes, pero al menos para mí esto también era nuevo. Fran fue el primer y único guitarra que probamos porque se había aprendido la mitad de la demo casi a la perfección. No lo conocíamos de nada, pero lo vimos claro desde el principio. A Marc ya le conocíamos de tocar con The Anti-Patiks y no sabíamos si le iba a molar el rollo porque él es 100% punk rock, pero nos dijo que le molaba la demo y que le gustaría probar, también funcionó a la perfección.
¿Algo que os haya sorprendido una vez compuesto el grupo?
Eric: Creo que lo que más me sorprende es que la sensación que te transmiten los temas mientras los componemos instrumentalmente, cambia exageradamente cuando le ponemos la voz. Teniendo en cuenta la complejidad de algunas estructuras y el tipo de sonoridad de las canciones a nivel instrumental, se me hace muy difícil imaginarlas con voz. Ese desconocimiento genera cierto nerviosismo, porque piensas “a ver como cantas encima de esto”. Con la demo ya funcionó y con el disco lo mismo o mejor.
La ‘Luna Roja’, también es el equivalente en el mundo musulmán de la cruz roja. ¿Tiene eso algo que ver con el título de vuestro disco? ¿Queréis dejar claro que el disco es una buena cura? ¿Remedio para qué?
Sergi: Ostras, pues sería bonito decirte que sí, pero no hemos pensado en eso. De hecho (como letrista) no he pensado en nada. No quiero cambiar el mundo ni dar una perspectiva de las cosas, ni tan solo mi propia perspectiva. Para eso están las librerías y todos los libros que se mueren de asco en las estanterías. Esto es un grupo de rock y las letras son pura víscera, sentimientos bajos sin filtro y sobretodo mucha diversión a la hora de hacerlas. Si es curativo para alguien es para mí, creo. Tan curativo como romper una tele vieja con un bate. Una destrucción controlada y sin consecuencias.
Las letras son pura metáfora ¿cuáles son los eventos sucedidos en tu vida que las han inspirado?
Sergi: Pues a veces parto de sentimientos que me provoca la gente o de situaciones concretas, pero, como ya te he dicho, una vez encauzado el tema, intento soltar lo personal y divertirme. Al final, el mensaje que queda ya no es el reflejo de una situación real, a veces ni tan solo se parece. Y las metáforas, pues a veces son solo para dramatizar el asunto en sí, solo por hacerlo todo más grave y exagerado. Mis letras tienen que ver más con la ficción y el horror-punk de Misfits y la autoalienación de Wipers que con artistas que buscan más la vivencia personal y tiran de poesía como por ejemplo, Jawbreaker.
En “Semi-odi” pareces estar hablando de las tensiones que deja una relación mal resuelta. ¿Crees que una canción puede hacer cambiar el rumbo de una relación o que, precisamente, es una forma de cerrarla definitivamente?
Sergi: Quizás hablo más de una fase de una relación que está condenada a resolverse, y de cómo a veces el silencio y el alargarlo en el tiempo hace que sea cada día más difícil de resolver. La paradoja es que te autoconvences de que no te importa tanto pero luego es una de las primeras cosas que escoges para hacer una canción. También te diré que hay partes de la canción que no tengo ni idea de que hablan, pero, junto con “Sants Innocents”, es una de las que tienen más contenido “real”, por así decirlo.
Habéis tenido más grupos en los que cantabais también en catalán ¿Cómo se enfocan las letras de un grupo a otro? ¿Hay diferencias en hacer letras para uno o para otro proyecto?
Sergi: Yo he estado en un par de grupos que cantaban en catalán, pero no cantaba y hacía muy pocas letras. Las mías, las hacía desde el libro de estilo del propio grupo. Las otras letras que he hecho son con The Gundown donde canto en inglés. Esta es mi primera experiencia con las letras en catalán y puedo decir que me encanta. Ahora disfruto de esa parte del proceso, que a veces no es la más divertida. A parte creo que es una lengua que se presta a una mofa muy elegante y un surrealismo muy propio.
Mucha sangre y mucho acero en el disco ¿qué es lo que os flipa de estos recursos? ¿Hay algún cirujano u obrero siderúrgico en el grupo?
Sergi: No, nadie del gremio. El tema de la sangre es un recurso muy comiquero y, sinceramente, muy divertido. Y en cuanto al acero y las cosas industriales, quizás se debe al vicio que me provocan los videos de prensas hidráulicas, bolas de acero incandescentes o trituradoras. También, sobretodo, los vídeos de indígenas haciendo piscinas con un palo.
Eric: Creo que todos tenemos un humor bastante particular y gran parte de la complicidad que tenemos en la banda es gracias a ello. En el parón que hacemos en los ensayos, de una pequeña idea o situación graciosa entramos en una especie de competición para ver quien lleva esa gracia sin sentido al extremo y acabamos casi por los suelos. El detonante puede ser la idea de videoclip extraída de un sueño de Fran, repasar la última viñeta buena de Joan Cornellà, intentar recordar las palabras inventadas del proceso de fabricación de un “plumbus” y pronunciarlas sin sentido, o Marc imitando a su hermano cantando el “Gato López” de Ska-P volviendo del Actitud Fest. No digo que de estas situaciones concretas hayan salido las letras, pero está claro que al resto del grupo nos encanta que Sergi sea capaz de meter esta clase de metáforas y conceptos tan aleatorios y que estos cumplimenten el sentido de cada canción, si es que alguna lo tiene.
¿Cuál es el poder de la música que hace que no os hayáis cansado de ella?
Sergi: Pues uno muy grande. Porque siempre estás al borde de cansarte de ella, te aburren un poco los grupos nuevos y cada día cuesta más vivir las mariposas en el estómago de cuando eras un niñato en la primera fila de un concierto. Pero de alguna forma vas depurando tus esfuerzos, mides tu tiempo y lo aplicas solo a lo que realmente te gusta. Te planteas metas y lo grande ocurre en el camino hacia esas metas, por pequeñas que sean. A parte siempre conoces gente guay por el camino.
Eric: ¡Un poder enorme! Habitualmente para bien, pero a veces para mal. Un ejemplo clásico es el del día que te dejas los auriculares cuando vas en metro y te toca el típico pasajero escuchando música con el altavoz a tope. Objetivamente y sin distinción de estilos, eso suena mal, y la música que escucha fácilmente sea la que más te irrita. Solo con este caso, tienes un ejemplo clarísimo del enorme poder de la música, capaz de ser el disfrute de unos y a la vez la pesadilla de otros. ¡También están los que sufren anhedonia y esto les da lo mismo! La anhedonia (del griego ἀν- : an- «falta de» y ἡδονή : hedoné «placer») es la incapacidad para experimentar placer, la pérdida de interés o satisfacción en casi todas las actividades.
¿Qué grupo paisano nos recomendáis, al mismo tiempo que nos lo descubrís?
Sergi: Se me ocurren Mondo Beta. No han tocado casi y acaban de grabar un disco que está muy bien. Y lo mejor es que se copian mucho más de Hot Snakes que nosotros.
Eric: Udol, aunque no se si se los descubro a nadie, porque llevan ya un tiempo tocando. Son un dúo de Caldes de Montbui de èpic/psych/doom (podríamos añadir “prog”, stoner” y “gregorian”, con un “catalan” delante si os va el juego de las etiquetas). Su LP “153 lliures i 17 Salaris” de 2017 ha sido recientemente auto-editado en vinilo, y es tremendo. En Kiev lo saben y por eso les invitaron a tocar el pasado mes de abril.
¿Cómo creéis que ha afectado el fenómeno Crim a la escena punk catalana?
Sergi: La verdad es que no lo sé porque me siento muy alejado de la órbita por dónde se mueven, pero sí que me he fijado en algunas cosas. Yo creo que Crim en sí es increíble, es algo intachable. Es el claro ejemplo de éxito mediante talento y esfuerzo. Y eso es lo bueno: el curro bien hecho, la recompensa, el impacto generacional que tienen, la normalización del idioma, además el hecho de ser una puerta de entrada de lujo para muchos chavales a sonidos más alternativos. Lo malo es que esa lectura se pierde un poco entre focos y deslumbres y veo a muchos grupos que quieren ser como ellos, pero sin talento y sin ganas de esforzarse. Pagando a un productor desde la primera maqueta para suplir su falta de personalidad y llamando a puertas de managers cuando se pueden manejar ellos mismos la agenda. Inmediatez, impaciencia y otros vicios de los tiempos que corren. A mí, personalmente la etiqueta del punk en catalán que se ha creado a su alrededor no me identifica. El idioma no significa nada, nosotros venimos de un underground que ya existía mucho antes que todo este fenómeno, con bandas cantando en todos los idiomas (también en catalán). Así que cero ganas de apuntarnos a un fenómeno ficticio.
En los tres años de actividad, cuál creéis que ha sido vuestro mejor concierto y por qué.
Sergi: Hemos tocado más bien poco, pero el de Vidreres con Not Scientists y el del otro día en el Saltamarges Fest, molaron mucho. Lo importante es que nos vamos sintiendo más y más sueltos.
Eric: Los dos que ha dicho Beni más el que dimos en el último CKUD (Can’t Keep Us Down Festival).
Fotografía: Carolina Álvarez Gutiérrez
Marcel Pujols Codina (Vic, 1993)