Subterranean Kids fueron nuestros Minor Threat. Fueron la banda que mejor captó el sonido de lo que se estaba haciendo en América a principios de los ’80. Técnicos y matemáticos en sus ejecuciones. Rápidos y rabiosos. Un destilado de todo lo que nos llegaba desde los Estados Unidos, pero con una personalidad propia que con la perspectiva del tiempo aún se ha visto más acusada.
Raíces
Empecé a tocar con gente en el ’82. Los punks de la primera generación nos llamaban ‘los punks del Mundial’. Íbamos un poco a la aventura, bajábamos al Fantástico y nos relacionábamos con gente. Mi primera relacion con el punk empezó en la universidad. Estudiaba biología y en el bar de la uni se reunían los punks y los heavies y hacíamos nuestras migas. Empiezas a moverte por Barcelona y te entra el gusanillo de estar en una banda. Te cansas de tocar en casa y empiezas a buscar gente para formar una banda. Enganchábamos anuncios en las tiendas de instrumentos: “Soy guitarra. Me gustan Sex Pistols y los Clash. Se busca cantante”. Empecé a tocar la guitarra con una gente y la primera version que hicimos fue el “In the city” de los Jam. Duramos muy poquito.
Sentido Común
Conocí a Jaime y con el formamos el embrión de Sentido Común. Nos gustaban Killing Joke, The Clash, Dead Kennedys, Discharge, Disorder, Subhumans, Crass, Poison Girls…
Nos presentaron al Boliche (Bolaire, no el de Subterranean Kids) y él nos presentó a una chica que se llamaba Tina y que era una freaky de los Dead Kennedys. Cantaba, tocaba la guitarra y también estaba buscando gente para montar un grupo. Nuestro sonido era prácticamente un plagio de Killing Joke mezclado con algo de los Crass, pero igualmente fuimos una banda muy original, ya que en ese momento no había nada igual. Tuvimos la suerte de que a Salvattore de Radio Pica le gustamos muchísimo y machacó nuestra demo hasta la saciedad, así que nuestros primeros conciertos estaban llenos a rebosar y fueron todo un éxito.
El primer concierto de Sentido Común fue como teloneros de L’Odi Social en el claustro de la Universidad de Barcelona. Recuerdo que hubo bastante follón. Enviaron cartas al rector quejándose de que los punks ocuparon la universidad con sus cervezas y se sentaron por el suelo. Les parecía muy mal que eso ocurriera en un templo sagrado de la cultura
Nos empezamos a codear con la gente de Último Resorte porque venían a nuestros conciertos y porque íbamos a los mismos bares. Venían también a nuestros ensayos en Nou de la Rambla. En el Fantástico conocí al Quique de Skatalà y al Poly, que se ofreció para ser teclista en Sentido Común. Nuestro primer concierto fue como teloneros de L’Odi Social en el claustro de la Universidad de Barcelona. Recuerdo que hubo bastante follón. Enviaron cartas al rector quejándose de que los punks ocuparon la universidad con sus cervezas y se sentaron por el suelo. Les parecía muy mal que eso ocurriera en un templo sagrado de la cultura.
Grabamos una maqueta que nunca pusimos a la venta pero que todo el mundo tenía grabada de Radio Pica. La grabamos en los estudios Gema. El Picarol estaba que no cagaba con nosotros. Nos trató muy bien. Más tarde tocamos en el Zeleste con Orgullo de España y fichamos un mañager, el Lape, que nos puso de teloneros de La Polla Records en Vinarós. A partir de ese momento empezaron las diferencias entre nosotros. La Tina estaba muy metida en el movimiento squat, nuestro batería se dedicaba a la informática y yo empecé a conocer a gente como el Boliche y el Tinín.
Subterranean Kids
Apareció una cinta con Black Flag, Minor Threat… Creo que la trajo el Bolo o el Saina. Se la habían enviado una gente de un fanzine italiano. Entonces empecé a interesarme por el punk acelerado, por las pintas hardcore. Era algo que sonaba totalmente diferente a lo que había escuchado hasta entonces. Cuando venía el Boliche por el local de Sentido Común y los demás no habían llegado nos poníamos a hacer versiones de Killing Joke, pero acababámos tocando temas de Circle Jerks, Minor Threat y Black Flag. Un día me puse a hacer un riff y sin querer hicimos la primera canción de Subterranean Kids. Creo que fue el “Gente”. Yo todavía tocaba con Sentido Común y el Boliche tenía un grupo con la Tina que se llamaba Hardcore Rabieta, pero al final Sentido Común acabó separándose. Cada uno quería hacer cosas diferentes, así que dejé la banda.
1986. Subterranean Kids durante una actuación en el Ateneu de Nou Barris (Foto: Xavier Mercadé)
Al mismo tiempo Último Resorte hizo su último ensayo en el local de Sentido Común, y tal y como se deshizo Último Resorte se formaron
GRB, que se quedaron el local de al lado. Allí habían ensayado Los Rebeldes. Nosotros se lo alquilábamos a GRB, que siempre pagaban tarde y mal. Teníamos que ir todo el día detrás de ellos. El Juanito siempre se columpiaba con el pago. Entonces nos lo empezamos a tomar en serio y buscamos un nombre. Se quedó Subterranean Kids. No sabíamos ni siquiera si estaba bien escrito en inglés. Fue una época súper productiva y creativa, porque grabamos la maqueta en octubre del ‘85 e hicimos 20 temas en tres meses. Empezamos a buscar cantante. El Mimo, que venía a todos los ensayos de Sentido Común porque era muy amigo de la Tina, se ofreció. El Bolo le decía que era un pesao, ¡que se pirara! Pero al final, por pesao, se quedó.
Apareció una cinta con Black Flag, Minor Threat… Entonces empecé a interesarme por el punk acelerado, por las pintas hardcore. Era algo que sonaba totalmente diferente a lo que había escuchado hasta entonces
Las canciones salían como churros, eran muy básicas. Los primeros temas los hacíamos con Loto Music. Hacíamos la base a boleo. Cada uno decía un número. Difícilmente traíamos una cancion con la base hecha desde casa, se hacían sobre la marcha. El azar te servía para crear una base y dos o tres combinaciones. A veces el Boliche sacaba algunos temas al bajo, tocando las cuerdas por la parte de encima del mástil. Esa época fue la más divertida, porque aparte de tocar como grupo éramos amigos, éramos una piña. El Tinín y yo íbamos a ensayar cuando acabábamos el curro. El Boliche, que tardó muchos años en trabajar, cuando llegábamos al local ya estaba allí. Al Mimo siempre le gustaba ir a la piscina o jugar a fútbol sala de portero, pero cuando acababa salía pitando para el local. Después de ensayar, una birra, pillábamos el metro y para casa.
Los fines de semana salíamos por el centro al Fantástico. Más de una vez habíamos empalmado y habíamos acabado en el local ensayando. Nuestro primer bolo fue en Ripoll, en la sala Blanco y Negro con L’Odi. Esto nos vinculó mucho a L’Odi. Además el Saina venía mucho por nuestro local. También tocamos con Torpedo Moscov en el Zeleste.
Cuando el Tinín se tuvo que ir a la mili, en seguida salieron bastantes candidatos para tocar el bajo. Entre ellos estaban Alberto de GRB, el
Marc de los Shit S.A. y la Isa de los IV Reich. A mí me hubiera gustado que Isa tocara el bajo con nostros, pero el Bolo prefería al Marc, así que finalmente nos quedamos con Marc. Igualmente, Alberto nos ayudó muchísimo durante todo el tiempo en que estuvimos sin bajista.
Grabamos Los ojos de la víctima y la Pá encontró un contacto para hacer la producción del disco, que corrió de su parte. Ese disco ya lo grabamos con Marc Garcia al bajo. De repente empezó a llegar mucho hardcore italiano, bandas como Negazione, que nosotros no escuchamos demasiado pero que en el local de al lado los GRB sí que lo hacían. La demo la distribuíamos a través del Kafe Volter. Le pusimos imaginación y pensamos: “¿Cuál es el bar donde va toda la peña cuando cierran el Kafe Volter? El Cerdix”. Entonces hablamos con Joserdo, el dueño del bar. Le dábamos cinco duros de cada maqueta que vendía. Vendió un montón. También las vendíamos en Informe, donde cosía la Rosa de Último Resorte; en el Kebra; por correo… El curro de las maquetas nos lo repartíamos entre los cuatro: hacíamos las fotocopias, las encuadernábamos, etcétera. En el ‘86 el Mimo y yo fuimos a Ámsterdam. Nos llevamos una caja de zapatos llena de maquetas y las cambiamos por discos que la gente movía por allí. Yo me vine con el primer disco de RKL. Cuando el Tinín volvió de la mili estaba muy liado con su trabajo y se sentía un poco fuera de lugar porque no podía implicarse tanto como nosotros.
El curro de las maquetas nos lo repartíamos entre los cuatro: hacíamos las fotocopias, las encuadernábamos, etcétera. En el ‘86 el Mimo y yo fuimos a Ámsterdam. Nos llevamos una caja de zapatos llena de maquetas y las cambiamos por discos que la gente movía por allí
En el ‘86 hicimos una minigira por el País Vasco en furgoneta. Era un bolo diario durante siete días. Recuerdo que en el curro tuve que pedirme días libres a cambio de días de vacaciones de verano. El Tejón vino de chófer. Era el único que tenía carnet y era un poco el chófer oficial de la peña. En esa época tocábamos para todas las causas, pero rápidamente nos empezamos a cansar del entorno okupa. Nunca hemos sido como L’Odi, y dijimos “basta”. Le metían mucho morro. Tocabas por la jeta, metían mil personas y luego no se sabía que se hacía con la pasta de la entrada. En esa época no existía el caché en estos circuitos, así que pusimos un poco de freno a esas historias. No éramos el típico grupo antisistema; teníamos letras más personales. Algunas de nuestras letras son de la Silvia de Resorte. Nos apartamos del rollo okupa no por una cuestión ideológica, ya que el Boliche estaba muy metido dentro del movimiento okupa en Barcelona, sino porque tenían mucha jeta y nunca se sabía qué pasaba con el bote pro-presos. Luego te enterabas de que estaban pagando 500.000 pelas por MCD en un festival benéfico. No nos pagaban ni el transporte ni la gasolina. Te daban la priva y punto, así que llegó un momento en que dijimos “basta”.
No éramos el típico grupo antisistema; teníamos letras más personales. Nos apartamos del rollo okupa no por una cuestión ideológica sino porque tenían mucha jeta y nunca se sabía qué pasaba con el bote pro-presos
Raúl de la Isla de la Tortuga acababa de editar nuestro disco Hasta el final. Éramos una máquina de componer: estábamos grabando el primer disco y ya estábamos componiendo material para el segundo. Alrededor de esa fecha se nos propone la gira y yo sugiero que deberíamos empezar a tocar con dos guitarras, pero el Bolo se niega porque piensa que la música de Subterranean Kids está pensada para una sola guitarra. Yo pensaba que el grupo tenía que hacer un cambio de rumbo musicalmente hablando, y quería que David (Anti-Manguis) tocara la guitarra con nosotros. Además éramos muy amigos; éramos pareja de futbolín en Mensakas. La banda necesitaba un golpe de timón para hacer algo más creativo y sofisticado. Le hacía falta un plus de técnica. Más tarde propuse al Damned como guitarrista suplente para la gira europea, ya que yo no podía dejar mi trabajo. Finalmente decidí dejar el grupo, ya que no me sentía a gusto. Tenía problemas familiares: acababa de morir mi madre y tenía la típica comida de coco de que tenía que hacerme mayor, ponerme a
estudiar, cuidar de mi hermana pequeña… Además ellos seguían emperrados en que no querían tocar con dos guitarras. Aún tuvimos tiempo de componer unos siete temas nuevos que finalmente fueron a parar al disco de Overdrive.
Tinín, Alberto, Yolanda, Pep y Boliche durante una celebración en el local de ensayo (Foto: Archivo Yuju)
Al pirarme yo de Subterranean Kids el Marc se quedó muy descolocado. Ten en cuenta que yo era el punto de equilibrio de la banda. El Marc y yo éramos más mayores y el Bolo y el Mimo eran unos niñatos, tenían unos egos muy subidos y eran incapaces de no mirarse el ombligo. Yo era un frontón, recibía por los dos lados. El Marc no se oponía nunca a nada (a nivel de relación con el grupo era un trozo de pan, nunca puso ninguna pega), pero sus problemas con el alcohol eran cada día más evidentes.
Preparamos un concierto de despedida con dos guitarristas en La Casa de la Muntanya del Guinardó, pero el Bolo se pilló una papa tremenda y sólo pudimos tocar tres temas, así que ese concierto aún me lo deben. Aquél fue mi último bolo. Tocamos a cambio de un arrocito, bastante innombrable, por cierto. El Bolo la pilló a base de vodka. En esa época no bebía y lo tuvimos que aguantar por detrás mientras tocaba la batería para que se aguantara derecho. Mi relación directa con el grupo acabó con ese concierto y me reboté bastante por un par de cosas. Editaron el Ya no hay tiempo y no me pusieron ni en los créditos, cuando había algunos temas que los había compuesto yo. Y no sólo no me pusieron en los créditos, sino que registraron los temas sólo a nombre del Bolo y el Mimo. Eso fue la parte administrativa del grupo que hicieron peor. Es un disco polémico, polémico porque creen que Overdrive no les pagó todos los royalties que se debían y mintió en el número de copias vendidas. Yo les recrimino que en vez de tomar el cambio de rumbo que yo exigía, se rodearan de mercenarios, de gente que no componía, que sólo se dedicaba a tocar y a cobrar. El Damned es buen tío, pero es un pesetero. Cuando salió la reedición de nuestros discos a través de Tralla Records surgió la posibilidad de juntarnos. Kike Turmix estaba muy interesado
en montarnos unos bolos. Hicimos una reunión para hablarlo y acabó como el rosario de la aurora con el Mimo y el Bolo discutiendo todo el rato, así que no se hizo.
Drogas
Subterranean Kids era un grupo de porros, menos el Bolo, que no fumaba. La escena de Último Resorte y los punks del principio sí que habían coqueteado con el caballo. El caballo hizo estragos en los punks del pre-Mundial. La segunda generación se basó más en los porros y las pastis (Dexedrinas, Reinoles, mescalina, ácidos…). Entonces en los entornos de Subterranean Kids no circulaba ni la farlopa; la gente consumía speed. Incluso recuerdo que GRB habían llegado a ensayar de tripi en más de una ocasión.
Nosotros, no sé si por un punto infantil, entrábamos en el local serenos, nos tomábamos unas Xibecas y nos fumábamos unos porros (menos el Bolo que siempre bebía Vichy) y eso era todo.
Pep Subkid (Foto: Pep Rasta)
Tomé muchos más ácidos cuando tocaba con Sentido Común que durante mi estancia en Subterranean Kids. El caballo lo había probado esnifado. Había gente que se pinchaba, digamos, de una manera inteligente y que sigue viva. Si les ves nunca dirías que se han estado chutando. La gente un poco anterior a nosotros pilló de pleno. L’Odi, Anti/Dogmatikss y Subterranean Kids éramos grupos bastante fiesteros, pero no éramos excesivamente drogatas. En aquella época, donde había más cultura punk era en Euskadi y Barna. Euskadi era muy calimochero y Barna más cultureta. Euskadi era muy vasco, cultura punk de autoconsumo, endógena. Subterranean Kids éramos bien recibidos porque los conciertos los montaba gente que quería vernos.
Relaciones
Con GRB éramos compañeros de local y la única movida que teníamos con ellos cada final de mes era cobrar el alquiler. Muchas veces no teníamos ganas de ensayar y nos pasábamos la tarde jugando juntos en los futbolines del Apolo. El tema de si estábamos enfrentados o no era más leyenda urbana que otra cosa. Igual era porque nunca tocábamos juntos. Creo que sólo tocamos una vez en el Casal del Guinardó. Hacíamos una versión de los Kinks que la tocaba Subterranean Kids y la cantaba Miguel de GRB.
Skins al principio había cuatro: el Quique, el Fray, el Serra, el hermano del Serra, el Edgar… La aparición de skinheads de ideología nazi no creo que la fomentaran los Decibelios, pero se definían como apolíticos y eso daba un poco de tufillo
Skins al principio había cuatro: el Quique, el Fray, el Serra, el hermano del Serra, el Edgar… La aparición de skinheads de ideología nazi no creo que la fomentaran los Decibelios, pero se definían como apolíticos y eso daba un poco de tufillo. El rollo skin en esa época fue como la gaseosa. Luego se fue diluyendo. Fueron un par de años de bullas bastante heavies y posteriormente la cosa se deshinchó bastante. Mucha gente se metió en ese rollo como una locura de juventud. Recuerdo más claramente las bullas con rockers cuando nosotros éramos punks. Creo que habíamos visto muchas películas.
Al principio no nos fijábamos demasiado en las letras. Minor Threat y DRI nos llegaban en casetes grabados. No teníamos las letras y era
imposible discernirlas. Simplemente pensábamos “yo quiero hacer lo que hacen estos” y hacíamos versiones. De DRI igual hacíamos hasta
tres y de Minor Threat los dos discos enteros, hasta con el mismo orden. Además Minor Threat era muy fácil de tocar. Subterranean Kids era genuinamente hardcore, mientras que L’Odi tenía unas reminiscencias punk difíciles de disimular. Nosotros fuimos el primer grupo en hacer stop and go. Habíamos tocado con HHH cuando eran unos críos y con Deprough, que eran como Lärm. GRB eran muy personales; es muy difícil encontrar un grupo hardcore con dos guitarras haciendo solos todo el tiempo. De Anti/Dogmatikss tengo la imagen de Residuos Nucleares. El Ferran, el Sisa… Era rollo Crass, Discharge, “¡anarquía y paz, no a la vivisección!”. Después entraron de pleno en el sonido hardcore. En los concieros de Barna tocábamos con Piorreah, Kaos Urbano… Subterranean Kids tocaba hardcore, pero no había una escena hardcore; había un público hardcore.
Fotografía de portada: Pep en las escaleras del local (Archivo Yuju)
Extraído de Harto de todo: Historia oral del punk en la ciudad de Barcelona 1979-1987 de VV. AA. (BCore, 2011)
Al habla Pep Subkid. Nacido en 1963. Barrio del Clot (Barcelona)