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Frenopaticss: Cirera (pt. I)

Raíces

Mi círculo de amistades siempre ha sido el mismo durante estos 40 años. Gente con intereses similares sobre cine y música y gente del barrio. Siempre hay uno que investiga por un lado, uno que se aventura por el otro…

Yo creo que era el día de la Constitución o de las Elecciones Generales. Se hizo por primera vez una emisión en TVE de 24 horas. Toda la noche emitiendo: una película por aquí, noticias por allí. Y un especial en el Músical Express del Àngel Casas que era un concierto de Camel. Recuerdo levantarme a las cuatro de la mañana, quedar en casa de un amigo a las cinco, ver el concierto y luego irnos al colegio. En un año o así empecé a descubrir un montón de música. En realidad antes era más fácil conocer música, porque había mucha menos y porque toda la que había estaba en el mismo sitio. En el mismo saco estaban tanto Frank Zappa, Neil Young y bandas de garage de los ‘60. Un batiburrillo total. Nos llegaban ecos del punk porque consumíamos revistas y vimos algún programa mítico del Casas dedicado al punk. Y entre mi grupo de amistades, había algunos más sensibles y otros más reacios a él. Pero en cuestión de semanas, fulminantemente, pasé de llevar el pelo largo a aparecer al día siguiente en el colegio con el pelo rapado al uno, gafas negras y una gabardina, todo muy do it yourself, lógicamente, y con otra actitud. Eso me pasó a mí y a dos o tres amigos más.

Recuerdo algún que otro acto punk en clase como vestirnos de traje con corbata, tipo The Specials o The Jam pero con los trajes del revés, y entrar andando de espaldas.

Uno de los problemas que teníamos era que no te podías plantar en una peluquería y pedir un corte de pelo de esas características. Tenías que ir al barbero con una portada de disco y decir: “Por favor, lo quiero así”. Comprarse una chapa era una odisea. La tenías que pedir a Inglaterra y a veces llegaba o no llegaba. O tenías la opción de irte a las Ramblas y reciclar una chapa de ‘¿Nuclear? No, gracias’. El tema de camisetas de grupos era inalcanzable. Tú veías a lo que querías parecerte y para parecerte a eso tenías que hacer lo que pudieras. No podías hacer un corta pega porque el cinturón que veías en esa foto no existía nada más que allí. Era do it yourself. Recuerdo algún que otro acto punk en clase como vestirnos de traje con corbata, tipo The Specials o The Jam pero con los trajes del revés, y entrar andando de espaldas.

Un día yendo en el metro nos encontramos a dos tipos en un vagón completamente punkizados. Eran Joni Badges y Xavi Shock. Nos miramos (en medio de nosotros debía haber 15 ó 20 personas) y hubo esa sensación de diferencia y a la vez de igualdad, el pensamiento de que esas 15 ó 20 personas que había entre medio de nosotros no eran nada. Pero no nos comunicamos, no nos dijimos nada. Luego coincidimos varias veces, siempre por la zona del centro, hasta que un día quedé por primera vez con Joni Badges. Era un tipo curioso, creo que un poco más joven que yo. Iba totalmente lleno de chapas y se había volcado de manera ferviente al punk. Curiosamente para su corta edad, ya tenía discos en su casa de cosas como The Residents. De hecho, un año después estaba por toda Europa haciendo el technócrata y totalmente volcado a la Nueva Ola. Tenía una novia, bastante más mayor que él, que era puta en Las Ramblas. Y fue él quien me llevó por primera vez al Abracadabra. Primero pasamos a saludar a su novia, que trabajaba en el San Francisco, un bar de putas. La novia era… buff… Y yo había oído alguna conversación entre el Joni Badges y su madre y buff…, algo demencial.

Había un tuberculoso que en pleno verano se paseaba con un Mohicano de trenzas y un abrigo de arriba a abajo, que tenía toda la pinta de ser chivato de la policía.

Llegamos al Abracadabra, entró él primero y tal como entramos estaba sonando el primer single de XTC. Empezó a dar vueltas como una peonza, histérico, e inmediatamente empecé a escuchar a los Sex Pistols, a The Damned… Aquello era un antro con una lucecita roja para cuando venían los grises y donde se juntaba una colonia de freakies bastante curiosa. Lo llevaba un moro y digamos que había ocho o diez punks, rockers (pero no teddys jovencillos, sino rockers ya mayores) y, como enlace de un grupo al otro, estaba Loquillo, que simpatizaba mucho más con los teddy boys del Novedades que con estos rockers más puretas. Él, con eso de que era muy alto, creía que imponía, pero no estaba muy bien aceptado en ese grupo. Luego había otro grupo de semi heavies rockeros, gente muy de barrio que escuchaba desde Pistols hasta Purple, y algún que otro hippie que no se sabe por qué era tolerado. También había un tuberculoso que en pleno verano se paseaba con un Mohicano de trenzas y un abrigo de arriba a abajo, que tenía toda la pinta de ser chivato de la policía.

En esa época creo que había varios focos de una primera actividad: uno que era el mencionado Abracadabra, en el Barrio Chino; el Texas, que era un bar de medio putas; el foco Hospitalet con los locales de ensayo; el foco Clínico con los Clinic Humanoids y toda esa peña; y finalmente los Xeerox de Maragall, que vivían en nuestro barrio pero que eran un grupo de gente diferente (Mario, Jordi ‘El Gabardina’, Xavier, Nando, Magda, Cheity, Pedrito ‘El Mod’…). Ellos nos llamaban a nosotros ‘los estudiantes’ porque todavía íbamos al cole, pero en cambio íbamos mucho más tirados de aspecto porque ellos ya trabajaban y habían viajado a Londres o a Alemania y disponían de algo de pasta para comprarse sus primeras indumentarias, entre ellos Mario, el primer crassiano de Barcelona, que después de su viaje a Londres volvió con una pinta Crass total y con una chupa de cuero en la que ponía ‘Crass, not Clash’. También existía un pequeño foco aquí en el Raspall, en Gràcia, formado por gente más mayor que llevaba un rollo más experimental. Eran, digamos, los hijos del Rock Laietà.

Recuerdo una semana extraordinaria en la que actuaron un martes Magazine y Lene Lovich, al día siguiente Iggy Pop con Glen Matlock y después Radio Futura aquí en La Cibeles.

En esa primerísima época del Abracadabra el punk era un poco un cajón de sastre donde igual cabía The Jam que The Damned o Costello. Era como si aún no se acabase de definir nada internamente pero en conjunto se definiese por oposición a lo anterior.

Recuerdo una semana extraordinaria en la que actuaron un martes Magazine y Lene Lovich, al día siguiente Iggy Pop con Glen Matlock, el bajista de los Pistols, y al día siguiente Radio Futura aquí en La Cibeles. Conciertos en general había muy pocos, y de este tipo menos, así que aquello era todo un acontecimiento. Recuerdo también algún festival en el camping La Ballena Alegre, llegando a Castelldefels, y tener que volver andando. Acababan de estrenar la autovía y la gente no iba a la playas de Barcelona porque estaban hechas una mierda y encima estaban a reventar, así que los domingos por la mañana había tales atascos que la señalizaban de manera que sólo se podía circular dirección a Castelldefels. A las ocho de la mañana, cuando intentábamos volver haciendo autoestop, nos encontramos con que los coches sólo circulaban en dirección contraria a Barcelona. Recuerdo que Caín, un tío que había adoptado la moda punk simplemente por una cuestión estética, pues era el típico tío del Barrio Chino de padres tremendos y él a su edad ya era tremendísimo (el nombre le iba que ni pintado…), se meaba en los vagones del metro. Se ponía a mear en la parte del fondo y la gente se daba cuenta cuando el río empezaba a deslizarse vagón abajo. Entonces se giraba, miraba a la gente, cogía su mano, la encharcaba en el meado y se la refregaba por la cara.

Fotografía de portada: Cirera. (Archivo Boliche)

Extraído de Harto de todo: Historia oral del punk en la ciudad de Barcelona 1979-1987 de VV. AA. (BCore, 2011)


Habla Luís Cerezo, nacido en 1963 (Barrio de Maragall)

Al igual que Attak, Frenopaticss fueron una banda de punk en mayúsculas con todas sus consecuencias. Supieron crear a su alrededor una aureola de leyenda con una actividad mínima. El carácter malcarado y macarra de su entorno se convirtió en su tarjeta de visita y sus actuaciones fueron sinónimo de campo de batalla.

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