Mito
“Persona o cosa rodeada de extraordinaria estima”
No fui capaz de encontrar mucho más en el diccionario. Nada de nombres, ni caras. Nada de melodías, ni recuerdos en forma de estribillo; poca concreción. Joe Lally, Brendan Canty, Ian Mackaye y Guy Picciotto -mi atento interlocutor- llevan cerca de once años y siete vinilos dejándose la piel para convencernos de su condición humana. De su (pasmosa) normalidad. Once primaveras y siete discos intentando -sin mucho éxito- ser engullidos por la masa anónima, que a la mínima sigue elevándoles a la categoría de mito. Y nosotros, necios, continuamos defraudándoles.
Y es que once son muchos años, y esos siete demasiado buenos como para ser ignorados. No se trata de descubrir aquí y ahora la contrastada solvencia de una banda que nos ha hecho crecer, pensar, disfrutar y aumentar, si cabe, el respeto por una escena -la de la capital-, que dibuja un antes y un después en la encrucijada punk de los últimos veinte años. No se trata de releer el pasado. Para eso están sus discos, sus canciones. Para eso está End Hits (Dischord, 98), su flamante y recién estrenado nuevo trabajo. Y en eso estamos nosotros -yo y mi atento entrevistado-, desvelando a partir de sus trece cortes el presente y el futuro de esas cuatro leyendas disfrazadas de persona.
Humanizar
“Humanar, hacer o hacerse más humano”
Difícil cometido (a mi sigue costándome ver a los mitos como “gente”). Aún así, parece que todo son facilidades en Washington D.C. Nada más empezar, mientras me lamento de la larga espera que ha separado el nuevo trabajo de Red Medicine (Dischord, 95) -su inmediato antecesor-, Guy pone las cosas fáciles. “Pues sí, tardamos mucho en sacar este álbum, pero no porque no quisiéramos, hubo varios motivos. Para empezar, pasamos mucho tiempo de gira por Europa, Estados Unidos y Australia: casi dos años en total. Pero además, hubo otras razones. Brendan se casó y tuvo un niño, que es algo que toma mucho tiempo porque da un montón de responsabilidades”.
“No, no ha cambiado nada después de todos estos años. Desde el principio tuvimos una idea muy fuerte de lo que queríamos hacer con el grupo.”
“Eso disculpó bastante las cosas pero, además, Ian agarró una neumonía muy fuerte en mitad de nuestra gira por Australia. Estuvo un mes en el hospital y tardó siglos en recuperarse del todo, tuvo que estar muchísimo tiempo en cama. Empezamos a grabar el disco en marzo, pero entre una cosa y la otra no lo terminamos hasta septiembre. Es el álbum que más tiempo nos ha llevado”. Mitos que enferman, cambian pañales y achacan la década larga de estudios, locales de ensayo y rutas en camioneta.
Humanos que aprenden, suben el listón y demuestran -después de todo- mantener la cabeza fría y las ideas claras: “No, no ha cambiado nada después de todos estos años. Desde el principio tuvimos una idea muy fuerte de lo que queríamos hacer con el grupo. Todos hemos pasado por un montón de grupos antes de Fugazi, y aprendimos de nuestras propias frustraciones para fijar las bases de cómo hacerlo funcionar. Seguimos marchándonos de gira todo lo que podemos después de cada disco, controlamos el negocio a nuestra manera, somos económicamente autosuficientes… Y eso fue así desde que empezamos”.
“Aunque supongo que han cambiado muchas cosas a nuestro alrededor. La industria de la música se ha transformado completamente, pero eso no nos ha afectado a nosotros. Nos hemos mantenido en medio de la tormenta durante todos estos años, pero no ha cambiado nada”. I Una tormenta de artistas, bandas, sellos y discos que fertiliza el suelo y resbala en el tejado de la siempre precavida Dischord. Lluvia que moja pero no cala (experiencias australianas aparte) en el cuerpo de cuatro humanos que saben cómo esquivar relámpagos y recoger lo bueno de la lluvia. Ajenos a gran parte de lo que sucede más allá de los límites culturales y geográficos de D.C., Fugazi se dejan empapar de lo que ellos saben que les conviene. Esa sana endogamia que, desde siempre, ha sido el sustento principal de Dischord. “Puede que para algunas personas “End Hits” suene algo distinto del anterior. Tú dices que un poco más pop… No lo sé. La verdad es que para nosotros es tremendamente difícil describir nuestra música de manera objetiva. Lo que sí está claro es que hay una evolución. Siempre la ha habido de un disco al otro, es algo normal, pero no me parece que en ese proceso tengan que ver demasiado las influencias externas. Por supuesto que hay cosas que nos hacen avanzar musicalmente, pero creo que más que cosas de fuera, es la escena local. Nos consideramos una banda de D.C. y como tal, llevamos muchos años impregnándonos de este contexto. Trabajamos con gente de aquí, grabamos y producimos a grupos en nuestro estudio, tocamos asiduamente en los clubs… Esta es nuestra influencia más clara”.
“Hay situaciones y hechos de tu vida diaria que pueden llegar a marcarte musicalmente más que eso. Viajar, por ejemplo. Conoces a infinidad de personas con las que hablas, intercambias ideas… No es algo tan palpable como una referencia musical concreta, pero esa clase de experiencias quedan patentes en tus canciones”
Con todo, tanto Red Medicine como su predecesor ofrecen suficientes pistas como para vislumbrar fácilmente posibles (nuevos) referentes externos. Las atmósferas relajadas, los bajos profundos y la sensación de eco omnipresentes en “Closed Captioned”,“Floating Boy” y la tenebrosa “Pink Frosty” llevan a ver el dub y el típico tratamiento del sonido de la música jamaicana como claros puntos de referencia en la reciente producción del combo.
“Sí, claro, hay más cosas que los grupos de Washington -confiesa entre risas-. En este sentido somos muy abiertos, escuchamos casi cualquier tipo de música, y eso acaba afectando a tus preferencias y a tu manera de componer. El rollo dub es tan solo un ejemplo. Estamos bastante interesados en ese tipo de discos, pero no creo que se pueda considerar nada particularmente importante en Fugazi. Hay situaciones y hechos de tu vida diaria que pueden llegar a marcarte musicalmente más que eso. Viajar, por ejemplo. Conoces a infinidad de personas con las que hablas, intercambias ideas… No es algo tan palpable como una referencia musical concreta, pero esa clase de experiencias quedan patentes en tus canciones”. Ya lo dijo Ortega y Gasset.
“Yo soy yo y mi circunstancia”
Porque si el cuarteto es el reflejo de su entorno –esa compleja telaraña de nombres y escenas cruzadas de la capital estadounidense- End Hits lo es de la suma de personalidades, experiencias vitales e individuos que al fin y al cabo es Fugazi. “Bueno, sí, es algo parecido a lo que ocurre con el grupo, que nace y crece gracias a lo que le rodea. Los dos últimos discos los hemos producido nosotros mismos, y me he dado cuenta de que se trata de un proceso muy parecido. Contamos con un ingeniero de sonido en el estudio” -¿hace falta decirlo? vale: Don Zientara— “Él se encarga de supervisarlo todo, pero lo que es el trabajo de producción de los temas lo hacemos entre todos. No es algo demasiado planeado ni riguroso, uno llega con una idea y trabaja en ella, otro pasa por allí y arregla algo más, cada uno contribuye a su manera, de hecho es muy espontáneo. Al cabo de tanto tiempo nos conocemos perfectamente y sabemos cómo interaccionar bien entre nosotros. Nos vamos turnando en la mesa de mezclas: ahora uno toca su instrumento y más tarde se pondrá a ecualizar o a probar nuevas mezclas…Tal vez por eso cada disco es diferente. Cada tema es diferente del otro, dependiendo de la persona que haya tomado la iniciativa en el momento de grabarlo. Es un proceso comunitario, de grupo. El álbum acaba siendo un resumen en forma de música de esos días de estudio, de lo que le ocurrió y le pasó por la cabeza a cada uno de los miembros de la banda”.
Puede que a menudo no seamos conscientes de que aquellos pedazos de música que tanto significan para nosotros no merecen banderas, ni proclamas, ni tantos ríos de tinta. Esos pedazos de música están entre nosotros para hacernos crecer y pensar cada día un poco.
Alcanzado este punto, la conversación deriva hacia aspectos si cabe más humanos y desmitificadores. La afición de Picciotto por las giras, el gusto de Lally por expandir horizontes vocales más allá de las cuatro cuerdas de su bajo, el eterno ajetreo de McKaye delante y detrás del sello o la ya citada paternidad de Canty, que seguramente obligará al grupo a “irse de gira mucho menos de lo que realmente nos gusta”. Y a pesar de que esa (su “normalidad”) ha sido siempre una de sus virtudes más publicitadas, al colgar el teléfono uno tiene la sensación de haber dejado atrás un sentimiento pueril que hacía tiempo (¡ingenuo!) creía haber perdido. Puede que a menudo no seamos conscientes de que aquellos pedazos de música que tanto significan para nosotros no merecen banderas, ni proclamas, ni tantos ríos de tinta. Esos pedazos de música están entre nosotros para hacernos crecer y pensar cada día un poco. Como Fugazi.
Extraído de AbsolutZine número 4 en mayo de 1998.
Fotografia de portada: Fugazi en el sótano de Matt Kelly en 1988. Fotografía David Kirchgessner.