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Albert Jiménez (PAH Sabadell): “Hay miedo al compromiso. Implica sacrificio, disciplina y renunciar a cosas”

Conoceréis a la PAH por sus camisetas verdes, por montar saraos en sedes bancarias o porque la alcaldesa de Barcelona fue una de sus caras más visibles hace unos años. Pero esto seria quedarse en la anécdota de un movimiento que ha logrado articular una resistencia titánica frente a la estafa inmobiliaria: han acumulado cuerpos frente a la policía para que gente sin recursos no se quede en la calle y han pasado al ataque realojando familias a base de ocupar bloques enteros, propiedad de los bancos. De entre todas las PAHs, una de las más referenciales es la de Sabadell. Hablamos con Albert Jiménez, uno de sus miembros.
¿Qué es la PAHC Sabadell?

La PAHC de Sabadell no deja de ser una rama más, una asamblea local, de la PAH que es un movimiento de ámbito estatal. Nos dedicamos a parar desahucios, conseguir que la gente pueda tener casa a través de la Obra Social de la PAH, a apretar a los bancos etc. El repertorio de acciones que conoce todo el mundo. Pero en este caso, la PAH de Sabadell, a diferencia de la mayoría de las PAHs es algo más. Es una PAH que está intentando superar el límite autoimpuesto de la vivienda como eje temático, y expandirse en función de las necesidades que surgen. De hecho, nosotros ya veníamos detectando que la vivienda era la última trinchera. Cuando alguien pierde el piso, es porque lo ha perdido prácticamente todo. Y esto normalmente conlleva una serie de necesidades y conflictos. Que pueden ir desde la alimentación hasta cuestiones de educación u otros. Nosotros hemos organizado un grupo de autodefensa de mujeres, hemos hecho talleres… Hemos aprovechado, entre comillas, esta centralidad de la asamblea de la PAH, que no deja de ser una asamblea de gente de clase trabajadora que se reúne regularmente.

¿Por qué tiene una C al final la PAH de Sabadell?
Cuando se fundó la PAH de Sabadell se consideró oportuno añadir este “y la Crisis” a “Plataforma de Afectados por la Hipoteca”. Ya en el inicio existió la voluntad de decir “no son las hipotecas el problema, las hipotecas son la consecuencia”. Nosotros decíamos que el problema era la crisis capitalista. Después alguna PAH hermana, como la del Bages, se atrevió a ir más allá y ponerle nombre a la bestia, llamándose Plataforma de Afectados por la Hipoteca y el Capitalismo. En nuestro caso, había una voluntad política ya desde el inicio de dirigirse a un problema mayor, que era la crisis del sistema capitalista. Y no el nicho de la vivienda en concreto. Es una lectura de la situación que hemos ido manteniendo en el tiempo y de la que yo estoy muy orgulloso. Esta capacidad de vincular la lucha concreta que llevamos a cabo con fenómenos socio-políticos de fondo, y tener siempre esa perspectiva más macro.

La PAH de Sabadell es algo más. Es una PAH que está intentando superar el límite autoimpuesto de la vivienda como eje temático, y expandirse en función de las necesidades que surgen

Además de parar desahucios, también realojáis a personas a través de ocupaciones de pisos ¿verdad?
Esta es una de las cosas más importantes que hacemos en la PAH, la campaña de la Obra Social, que no dejan de ser ocupaciones de bloques de pisos de la banca y los grandes especuladores. Es la punta de lanza de lo que estamos haciendo ahora mismo por varios motivos. Lo primero porque parando desahucios y consiguiendo daciones en pago teníamos un límite natural. Tú puedes detener un desahucio 5 o 6 veces, pero llega un punto en que perderás la casa. Era una lucha de ultramínimos. La Obra Social en este sentido es más proactiva. Parte de la pregunta “¿Cómo garantizamos el derecho a la vivienda?” Si la administración no puede garantizarlo, pues “autotutela de derechos.” Pensamos “si no lo puede hacer nadie más que nosotros, lo haremos nosotros”. Y se empezó a ocupar por pura necesidad. No sabíamos dónde poner gente que se quedaba en la calle. Tan básico y tan sencillo como eso.

¿Empezasteis vosotros con esta idea?
La primera experiencia es en Terrassa, pero la campaña se construye desde Manresa y Sabadell. Fue un currazo, y ahora en todo el estado tenemos unos 40 bloques ocupados. Que no son sólo una respuesta a una necesidad inmediata, sino que nos permiten ver por donde debería ir una política de vivienda si la marcara la PAH. Al final, es algo tan sencillo como decir “la vivienda es un derecho fundamental. Como tal, debe estar fuera del mercado.” Si todos asumimos que la sanidad y la educación son derechos fundamentales: nadie debe pagar y deben garantizarse de forma universal. La vivienda es exactamente lo mismo. Nuestro programa va por ahí: casas para todos, punto. Sin más matices. Casas para todos al margen del mercado. Nos lo tutelamos, lo autorregulamos y lo hacemos nosotros mismos. Luego, si se quiere, ya podrá venir la administración a regular detrás nuestro, pero nosotros vamos tirando millas porque sino no lo hará nadie.

La campaña de la Obra Social es una de las cosas más importantes que hacemos en la PAH, que no dejan de ser ocupaciones de bloques de pisos de la banca y los grandes especuladores

En ciertos sectores, se ve la PAH como un movimiento de poco voltaje político, como una especie de asistencialismo que no va más allá. ¿Cómo convencerías a los que piensan eso?
El voltaje político de un movimiento social no se mide tanto por el contenido teórico, como por la implantación, el impacto real, que tu tienes en aquel sujeto al que se supone que representas. En este caso, entiendo yo, la clase trabajadora o las clases populares. Yo puedo tener la retórica más izquierdista, más pura, pero si estoy solo yo y mis colegas haciendo asambleas eternas en las cuales pulimos los conceptos hasta que brillan… es fantástico, pero es un movimiento totalmente estéril. No tiene ningún tipo de impacto ni de incidencia. El voltaje de un movimiento se mide por la capacidad que tiene de movilizar ese sujeto colectivo. En este sentido, creo que la PAH tiene el más alto voltaje de los últimos… me atrevería a decir cuarenta años.

La izquierda tradicional tenía objetivos revolucionarios y hacía servir medios reformistas. La PAH, si se quiere pensar así, tiene objetivos reformistas pero usa medios revolucionarios. Quizás hemos propuesto cambios legislativos menores, como un parque de vivienda pública (que no es el socialismo). Pero si para llegar aquí, estamos haciendo asambleas populares de 200 personas cada miércoles, si estamos desobedeciendo sistemáticamente el estado, si nos estamos enfrentando a los cuerpos de seguridad, si estamos ofreciendo herramientas a una población que no las tenía, si estamos introduciendo por primera vez conceptos como capitalismo, clase social, capital financiero… Yo no concibo los movimientos sociales o políticos sin praxis. Y la PAH lo que tiene es una sobreabundancia de praxis.
¿Cómo se da ese proceso de politización de la gente que no tiene ningún tipo de formación política en el si de la PAH?
Solo el hecho de que la persona que llega pueda incidir sobre un proceso que se está llevando a cabo y después tendrá un impacto, decidiendo si se hace una acción o no, contra quién etc. Solo eso,  la capacidad de tener participación directa en un proceso democrático de toma de decisiones, es un ruptura total con la práctica diaria del 99% de la población. La gente no tiene experiencia de la democracia. Y no hablo de democracia directa, de cualquier tipo de democracia. Por otro lado, la persona que llega a nuestra asamblea lo que hace es poner en común una experiencia que hasta ese momento pensaba que era individual, una visión individualizada del fracaso personal. Lo que hace la PAH es revertir este proceso. Tú explicas tu caso, pero el de al lado también y el otro. Así va emergiendo un relato compartido.

El voltaje político de un movimiento social no se mide tanto por el contenido teórico, como por la implantación, el impacto real, que tu tienes en aquel sujeto al que se supone que representas

Pienso que para ser un militante de la PAH hay que romper un poco con ciertas inercias que a veces arrastramos de las subculturas musicales. O en general de entornos donde están muy claros ciertos referentes políticos. Al final en la PAH te encuentras con gente que viene de abajo del todo y que quizás exteriormente no tiene muchos puntos en común contigo. ¿Has pensado en eso?
Esta idea un poco podemita de ocupar la centralidad cultural, para mi es positiva. La autoidentificación como extrema izquierda, por ejemplo, o como gueto subcultural (“Nosotros somos diferentes”, “Nosotros hacemos lo nuestro”) políticamente finalmente es estéril. Tampoco hay que subestimarlo. Puede estar muy bien, nos puede generar espacios en los que estemos cómodos y de esos espacios pueden salir cosas fértiles para exportar. Al final tampoco es todo blanco o negro, pero yo creo que tenemos que aspirar a esa centralidad. Y esto implica seguramente abandonar alguno de los códigos que teníamos de autoreconocimiento en nuestras propias comunidades y comernos algunos sapos. En la PAH hay gente que es machista, que es racista, que es xenófoba. Lo que pasa es que tu en vez de decir “Uy, uy, me voy”, lo que haces es irlo trabajando poco a poco.

Hay mucha gente que no ha tenido la oportunidad de entrar en contacto con según que sectores o herramientas. Y no lo digo desde el paternalismo, es sencillamente que el sistema educativo y social está organizado para impedir que esto pase. Pero cuando esto se rompe y se generan espacios donde se pueden compartir conocimientos suceden cosas potentísimas. Pero para que esto pase tenemos que romper las barreras artificiales. Barreras que a veces son diferenciación de clase. En plan “yo he ido a la universidad y tú no”. ¿Esto cómo lo rompemos? ¿Dónde creamos estos espacios? La PAH es uno de estos espacios.
Parece que estamos en una ola de concienciación política, pero la impresión es que la implicación real es aún muy baja.
Claro, es que hay miedo al compromiso. El compromiso es muy chungo. Implica sacrificio y, hasta cierto punto, disciplina. Y renunciar a cosas.


marcb
Marc Balfagón Iniesta

De L’Hospitalet de Llobregat. Ha escrito en varias revistas y medios digitales aunque habitualmente destaca dos de ellos: Diagonal y Nativa.cat. Hace ya algunos años se embarcó en algunas mandangas audiovisuales. Ha tocado (y toca) la guitarra en varios grupos pero siempre por poco tiempo. Odia realizar biografías propias y hablar en tercera persona.

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